Acerca de mí

Hola y gracias por visitar mi página. Algunas personas tienen la «suerte» y digo suerte entre comillas porque es mi punto de vista, de estar en contacto ya desde pequeños con la mecánica y rodeados de herramientas con alguien que además les enseñaba a usarlas, pero ese no fue mi caso.

Desde que tengo uso de razón todo aquello que llevase ruedas, el sonido de una carraca, el olor del combustible y del aceite de las cajas de cambios, que te abrazan al entrar en un taller como un amigo que se alegra de verte, me atraía como una curva cerrada al freno de mano.

Así que a la edad de 15 años como era un caso perdido en la educación secundaria me dieron la opción de empezar estudios de mecánica en la que tocabas un poco todos los palos, cosas básicas de carrocería, mecánica y mecanizado.

¡Mira tu por donde! Pedrín sacaba buenas notas, prestaba atención en clase y se esforzaba. Y es que después de perderle el miedo al ruido, a las chispas y haber cogido metales recién soldados con las manos desnudas, me enamoré de poder de crear cosas con un taladro, una máquina de soldar, una radial y poco más.

Ni que decir, que en cuanto pude y con mis primeros sueldos, me empecé a comprar mi propia herramienta.

A los 18 años empecé mis estudios de electromecánica y como todas las primeras veces que haces algo emocionante, aún recuerdo cuando terminé de armar mi primer motor en el segundo año del ciclo y tocaba arrancarlo, aprobar o suspender la asignatura estaba en juego.

Pulsaciones aceleradas, pupilas dilatadas, sudores fríos y solamente siendo capaz de escuchar el sonido del motor en busca de un posible ruido metálico que indicara que algo no iba bien, primer intento de arranque, nada, segundo intento…¡tiene vida! fue una sensación como cuando te bajas de la montaña rusa, y ¿sabéis que? aún me sigue pasando.

Aparte del ruido que produce un motor v6 aspirado o el de un turbo con válvula de descarga, también me apasiona el ver un coche con una carrocería modificada con delicadeza, los acabados perlados cuando cuando les pega el sol, el brillo de la pintura destacando las líneas del coche al atardecer así que dije «esto también tengo que aprender a hacerlo».

Por ello empecé el ciclo de carrocería a los 22 años descubriendo más olores que también me encantaban, como el de la pintura acrílica; cosas que me hipnotizaban, como el proceso de preparación del color que se va a aplicar en el coche, por no hablar de un coche al que acabas de terminar de aplicar el barniz quedando perfecto y la paz mental que te queda después de hacerle a tu coche un proceso de detailing.

No fue hasta 2 años más tarde cuando pude empezar a trabajar oficialmente como mecánico, mientras tanto en el camino no pare de seguir formándome haciendo cursos para reciclaje en electromecánica, pagándolos con trabajos que fui desarrollando en otros gremios como el de la construcción, mantenimiento industrial o incluso hostelería.

Y aquí sigo 17 años después enamorado de una profesión que ha cambiado mucho desde que empecé, una locura, pero con las mismas ganas de aprender y parándome en los escaparates de las ferreterías con los mismos ojos con los que un niño se para en una juguetería.

Gracias por leerme.

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